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Opinión

1 de Junio de 2024

Columna de Isabel Plant | Aborto legal: es lo justo, simplemente

AgenciaUno

"El aborto, de ser legal, es una elección, no una obligación. Y así como yo he podido elegir mi propio camino en la maternidad, es lo justo, simplemente, que todas puedan hacer lo mismo", dice la columnista de The Clinic, Isabel Plant, ante el anuncio del presidente Boric de enviar al Congreso un proyecto de ley de aborto legal. "Las chilenas lo merecen, el país lo merece, aunque no sea fácil hacerlo; así como yo y tantas mujeres lo consideramos un tema de salud pública, entiendo que para muchas otras sea un asunto valórico, que las remueve en lo más profundo", plantea.

Por Isabel Plant

Son catorce países europeos, incluyendo Francia, donde este año el aborto pasó de ser una ley (vigente desde los años 70) a un derecho constitucional, y así protegerlo de los vaivenes y extremismos políticos que acechan en el mundo. Son dos países de Oceanía, dos de África, cinco de Asia y seis en América, contando a Estados Unidos, donde lamentablemente el derecho se ha perdido en algunos estados tras la anulación del mítico dictamen de Roe vs. Wade en 2022.

¿Podría Chile sumarse a esta lista de países donde el aborto es legal?

En la cuenta pública, el presidente Boric anunció la mejora de algunos aspectos de la ley de tres causales promulgada por Bachelet en 2017. Y, además, durante el segundo semestre de este año el gobierno presentará un proyecto de ley de aborto legal. Si algo podemos inferir de la respuesta inmediata, tanto presencial como remota, se nos viene un año de debate: nueve diputados de derecha, de distintos partidos, dejaron el salón del Congreso apenas hecho el anuncio. Mientras que, en X, #AbortoLegal se transformó en una de las tendencias más comentadas.

En este mismo medio, la Ministra de la Mujer insinuaba hace unos días un paso en este sentido, al decir que la ley de aborto es “una discusión que merecemos dar”. Y está en lo correcto: las chilenas lo merecen, el país lo merece, aunque no sea fácil hacerlo; así como yo y tantas mujeres lo consideramos un tema de salud pública, entiendo que para muchas otras sea un asunto valórico, que las remueve en lo más profundo.

El anuncio del presidente Boric llega justo en un momento de discusión sobre baja histórica de nacimientos en Chile. Hemos analizado y elucubrado ya aquí sobre las causas, que van desde postergación de la maternidad a la falta de red de apoyo estatal para los cuidados. En un desglose mayor que ha circulado en estos días, las mayores de 30 siguen con la misma tasa de natalidad, y donde se ha desplomado es en las más jóvenes: la noticia más feliz es que los nacimientos en chilenas menores de 20 años han caído en un 80% entre 2011 y 2023. Esto significa mayor escolaridad, participación laboral y, por supuesto, el poder ser madre cuando no se es todavía una niña, lo cual es bueno para hijo y progenitora.

El aborto, por supuesto, no es un método de control de la natalidad: es una decisión demasiado más tremenda y compleja que eso. Pero imaginar un país que, de hacer realidad la ley anunciada, le permite a las más jóvenes tener aún más opciones al momento de un embarazo no deseado, sobre todo cuando sabemos que es en las mujeres donde recaen los cuidados, me parece un país más justo.

Lo mismo cuando pienso en darle la opción de elegir a una madre que ya tiene hijos y no puede sumar uno más de manera responsable en lo económico o lo familiar. O mujeres que simplemente no se sienten preparadas, o las que no pueden o las que no quieren. Como diría la francesa Simone Veil en el mítico discurso frente a los parlamentarios (hombres) de su país: nunca es una decisión alegre, el abortar. “Es y siempre será un drama”. Incluso para las que no consideran que las células de las primeras semanas son vida y no tienen ningún dilema ético al respecto, estoy dispuesta a apostar no será una experiencia por la que quieran pasar, a menos que sea estrictamente necesario.

La última vez que escribí de aborto en esta columna, hace poco menos de un año, conté que lo hacía mientras esperaba a mi primera hija. Hoy llevo ocho meses siendo madre y renuevo la convicción: es de lo más hermoso que he experimentado en cuarenta años de vida y es también lo más difícil. Debe ser una decisión consciente, la maternidad. Debe existir la posibilidad de elegir.

Para llegar a esta niña perfecta que tengo, tuve que pasar por mucho más que nueve meses de espera. Como una de cada seis personas, tengo problemas de fertilidad. Fueron años de sueños, llantos, dolor, esperanzas y desesperanzas, miedo aterrador, cansancio, que felizmente para mí tuvieron el mejor desenlace. Y que removieron mis creencias, sin yo poder evitarlo: no sé si hoy, tras lo vivido y aprendido, soy una mujer que decidiría abortar. No lo sé. La quise desde mucho antes de poder marcar un test positivo. Pero eso no tiene por qué determinar la vida de todas las demás mujeres de mi país, que pueden creer, sentir y pensar distinto.

El aborto, de ser legal, es una elección, no una obligación. Y así como yo he podido elegir mi propio camino en la maternidad, es lo justo, simplemente, que todas puedan hacer lo mismo.

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