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7 de Junio de 2024

“Cada invierno es peor que el anterior para mí”: Las personas que lidian con el frío y reducen sus actividades sociales para quedarse en casa

Llegan las temperaturas frías y salir de la casa puede hacerse cada vez más difícil si no es estrictamente necesario. Para quienes disfrutan del invierno y no comprenden a quienes deciden quedarse en casa, una antropóloga y una psicóloga explican las razones físicas y sociales que le impiden a este tipo de personas exponerse al frío y a la poca luz.

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No importa de qué actividad se trate, no saldrán. Siempre puede haber alguien que no soporta el frío del invierno. Algunos incluso, comienzan a guardarse en otoño. Es el caso de Olga Bravo (42), historiadora que hoy se dedicada a criar a sus hijas en casa. “A mí hasta respirar el frío me afecta”, comienza a contar. “Aunque me compre todas las primeras capas térmicas habidas y por haber, si estoy afuera me empieza a doler la cabeza al tiro. Para mí, no es opción en lo absoluto salir en invierno”, dice.

Se trata de personas a las que los cambios climáticos les afectan biológica y físicamente. En Chile no existen cifras exactas de cuántas personas pueden padecer del conocido Trastorno Afectivo Estacional (TAE) o “depresión estacional”, patología que el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos define como un brote donde “las personas se sienten ‘decaídas” cuando los días se acortan en el otoño y el invierno y se sienten mejor en la primavera, cuando vuelve a haber más horas de luz natural”.

Se sabe entonces, que el humano es un ser fotosensible y reactivo ante la disminución de luz en el invierno. Tiene que ver, entre otras cosas, con la disminución de vitamina D que la luz del sol suele entregar según los especialistas. Pero hay más razones biológicas y emocionales que no necesariamente tienen que ver con una enfermedad o un diagnóstico.

La psicóloga clínica especialista en conducta de Salud Avanza, Nicole Reinike, explica que “Lo que pasa es que en invierno las personas cambian sus hábitos a propósito del clima. La reducción de la luz solar genera cambios a nivel conductual. Cuando esto no genera un deterioro significativo, es natural y esperable que sintamos este ajuste”.

Para Olga Bravo es así desde los 25 años. Cuenta que siempre ha sido friolenta, pero que de un año a otro, el clima helado empezó a significar dolor en su cuerpo. Eso provocó que cambiara completamente sus hábitos en esta época. “Nunca he ido al psiquiatra pero yo me empecé a dar cuenta que mi ánimo bajaba. Cada invierno es peor que el anterior para mí. Por eso, prefiero quedarme en casa con mis hijas, jugar Scrabble online, planchar los calcetines o ver teleseries antiguas como Marrón Glacé en Youtube”.

El ser humano no hiberna como sí lo hacen otros mamíferos. Pero la antropóloga biológica de la Universidad de Concepción, María José Rubio, explica que desde el paleolítico “está la tendencia a resguardarse por factores biológicos y culturales”.

Algunos juzgan, otros se abrigan igual

Lo biológico, según el estudio estadounidense, tiene que ver con que disminuyen las horas de sol del día en invierno y eso afecta nuestro ciclo circadiano, que entre otras cosas, regula la energía y nuestros patrones de sueño. También la melatonina, que potencia la somnolencia y el deseo de acostarse en un lugar cálido.

Olga Bravo cuenta que una vez un ex pololo le dijo: “Eres tan fome que te vas a quedar sola. Ni por rica vas a agarrar pareja”. Lo recuerda entre risas, porque ella, muy segura de su decisión de quedarse en casa, relata que nada la podría hacer salir al frío. Sus amigas le han tratado de presentar gente. Primos, vecinos, hermanos. “Obviamente me gustaría tener un pololo. Pero todo el mundo sabe que yo en invierno no salgo a ninguna parte. Siempre que me hacen gancho me va bien, pero ni con Brad Pitt saldría yo en junio”, cuenta.

Por esta actitud, cuenta también que se ha ganado la etiqueta de “fome” varias veces. Nicole Reineke enfatiza en que para quienes no entienden la aversión a salir al aire libre con frío, “es importante que de todas maneras puedan validar la necesidad de sus cercanos de quedarse en casa y descansar más”.

No moverse puede ser contraproducente a cuidar el ánimo

Si bien es normal querer quedarse en casa y evitar exponerse a la poca luz y a las actividades sociales con un bajo ánimo, Nicole Reineke advierte que “entrar en reposo y a reducir el movimiento puede aumentar el cansancio e impactar directamente en el estado de ánimo”.

Por ejemplo, Olga Bravo, que estudió historia, confiesa que nunca ha asistido al Día del Patrimonio. Ella vive en una de las zonas altas de Valparaíso, donde la neblina provoca más frío. “No voy a poder ir nunca a esa actividad porque no la voy a poder disfrutar. Aunque el tema me guste mucho y tenga muchos deseos de ir, el frío me superaría”, cuenta.

Por eso es importante, según Reineke, que “al mismo tiempo que respetamos el deseo de estar en casa de nuestros amigos o familiares, podemos animarles a que puedan generar movimiento conductual o activación conductual con pequeñas cosas: alimentación, deporte y contacto con amigos”.

Y si se trata de evitar el cansancio contraproducente por quedarse inmóvil en la casa, la antropóloga María José Rubio recuerda “lo lindo de pensar como la gente en la época de la glaceación pasaba el invierno. Un grupo de personas se juntaban al rededor del fuego, compartían comida, abrigo o actividades como el arte rupestre. Para ellos era una ventaja resguardarse en invierno“, explica.

Entonces, aunque quizás no sea posible salir al frío para este tipo de personas, invitar a gente a la casa y hacer cosas que activen un movimiento conductual, puede preservar el buen ánimo.

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