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Opinión

9 de Junio de 2024

Perfil a Antonia Orellana: más adentro que en contra. Por Kike Mujica

Foto: Felipe Figueroa

En la pasada cuenta pública el Presidente Boric anunció que enviará una ley de aborto legal al Congreso. Una de las ministras clave es Antonia Orellana, quien representa al Ministerio de la Mujer y Equidad de Género. Kike Mujica, columnista de The Clinic, escribe: "'Ella no se agota y eso agota', dice un cercano al oficialismo. No es fácil de tragar, dicen sus críticos. Y que es de las que más ha vivido el baño de la realidad de ser autoridad y no activista". Sobre la ley de aborto, ella señala: “Lo que proponemos es un debate democrático, y para eso esperamos disposición para escuchar y dialogar”.

Por Kike Mujica

Una semana antes de la cuenta pública, la periodista Rocío Latorre entrevistó en este medio a Antonia Orellana, ministra de la mujer y equidad de género. Ahí se esbozó la primera señal, pocos la captaron, de que el gobierno quería desafiar un primero de junio.

—El 8M pasado el Presidente Boric señaló como deuda pendiente una ley de aborto “integral”. ¿Se va a poder resolver en este gobierno una ley más amplia que no esté sujeta a las tres causales?, preguntó Rocío Latorre.

—Es una discusión que merecemos dar, al menos…, respondió Orellana

Y así fue: lo merecido ya está en la agenda. La juguetona debilidad de los presidentes chilenos de guardarse secretos en sus cuentas públicas se repetía, con una salvedad. Alguien del gobierno puso enter antes de tiempo en la página web y muchos se enteraron de la sorpresa, lo que hemos sabido enervó a algunos ministros.

Pero eso es comidillo. Una filtración de rencillas palaciegas de medio pelo.

Lo importante fueron las caras descompuestas y amargas del oficialismo en el Congreso (las otras estridencias, las de alguna oposición, fueron obvias por el enter anticipado). “Un error. Enreda todo”, me dijo un alto dirigente del socialismo minutos después de “la sorpresa”. Otro parlamentario de la DC habló de indignación: “nos enterarnos ahí, sin aviso, de algo que obviamente complicará a nuestros candidatos en las municipales. Y tenemos un pacto. Eso no se hace. Menoscaba la confianza con el Presidente”.

El rostro de la molestia fue y es Antonia Orellana. “Siempre ha impulsado una agenda extrema y aunque se moderó por las circunstancias, lleva en su ADN el radicalismo feminista”, dice un personero oficialista. Orellana es un personaje estridente. Con todo lo que eso conlleva. De hecho, es la única frenteamplista en el comité político. 

¿Por qué ministra?

Para qué ahora. Por qué no más cerca de la elección presidencial. Esas fueron las preguntas críticas de sectores del gobierno. “En las municipales nadie decide su voto por el aborto. En cambio, si lo anunciaba en la próxima cuenta pública, en medio de la campaña presidencial, ahí sí que sacaba a la derecha al pizarrón, sobre todo por el electorado femenino”. 

Le pregunto a la ministra por qué presentar un proyecto que tiene altas -casi todas- las posibilidades de ser rechazado.

¿Sinceramente hay alguna posibilidad de que se apruebe el aborto legal? ¿Es una acción más testimonial que viable?

“Lo que proponemos es un debate democrático, y para eso esperamos disposición para escuchar y dialogar. Si hablamos de la composición electoral, hay que recordar que las conquistas de las mujeres se han dado en distintos momentos y circunstancias. Por ejemplo, se consiguió el derecho al voto sin que en esa época existiera ninguna mujer parlamentaria”, responde.

Las suspicacias del oficialismo y de la oposición sobre el momentum tiene que ver, teorizan, con la influencia de Orellana sobre las decisiones del Presidente y porque esto podría tomarse como un apoyo para una futura candidatura parlamentaria de la ministra. 

Sobre lo primero, el Presidente es un convencido del aborto legal. No hay que engatusarlo para que con tono vibrante lo enarbolara a los cuatro vientos del hemiciclo. Los ímpetus de la ministra -que son superlativos, demasiado, dicen en La Moneda- podrían empujar, sí, pero no deciden.

Sobre lo segundo, le pregunto a la ministra Orellana qué opina de la tesis de que tras este anuncio hay un apoyo a una futura candidatura parlamentaria.

Responde: “Es de público conocimiento que presentar un proyecto de ley de aborto legal ha estado desde un inicio en el programa de gobierno. Lo que ha propuesto el Presidente es un diálogo democrático, por un lado, y un mejoramiento al acceso de las tres causales, por el otro”. 

Insisto.

¿Quiere terminar los cuatro años en La Moneda o evalúa una opción electoral?

“En este momento me encuentro abocada a mi rol de ministra de la mujer y la equidad de género y en las tareas que me ha encomendado el Presidente”, dice.

Respuesta ad hoc. E inferencia también ad hoc: si no dice un no rotundo, es que puede ser. Pronto sabremos.

Felipe Figueroa

El círculo de fuego

Cada presidente tiene su círculo íntimo y sus correspondientes rituales privados, a veces mitos amplificados. Bustamante-Colodro-Sandoval, la tríada fáctica de Lagos; los piscinazos con sus “amigos-ministros” en la casa de Eduardo Frei Ruiz Tagle; o los guitarreos de Michelle Bachelet con las bachemelenas, el grupo cercano de amigas.

En este gobierno se habla de “la parrilla del Presidente”, su círculo del fuego. Ese ritual, cierto o no, asigna, para no pocos cortesanos de Palacio, la cercanía real al mandatario. Ahí, en medio del asador presidencial, se mezclarían amigos y autoridades (rangos no excluyentes), complicidades y chistorreos. Antonia Orellana clasifica en ese espacio, dicen en el Frente Amplio: “Es muy cercana al Presidente”. Fundó el partido de ambos, Convergencia Social.

Es la ministra más joven -periodista de la Universidad de Chile- en un gobierno de jóvenes. Asumió con 32 años. El Presidente apellidó a su gobierno con el mote de feminista. Por eso, la sumó al comité político. Sobrevivió al primer terremoto del gabinete, cuando llegó el socialismo democrático, con quienes no mantiene buenas migas. En 2021, cuando se presentó a la primera elección de constituyentes declaró: “como feminista y socialista no me identifico con ningún modelo de izquierda hasta ahora, porque no han sabido representar nuestros anhelos, hemos estado excluidas, ahora nos toca a nosotras”.

En dicha elección le fue mal. Obtuvo el 2,4% de los votos. Con el tiempo, podría decirse que le fue bien: lo más probable es que no hubiese llegado al gabinete si hubiera pasado por esa experiencia traumática y olvidable -inolvidable- para el gobierno del FA. Y muchos creen que hubiera navegado en las aguas turbulentas de los refundacionales.

Ella no se agota y eso agota”, dice un cercano al oficialismo. No es fácil de tragar, dicen sus críticos. Su intensidad suele causar molestias en algunos personeros de La Moneda, porque, dicen, el ejercicio del poder exige mente fría y corazón caliente. Y tampoco es bueno acumular, agregan, tantos enemigos. Ella se autodefinió en una entrevista antes de ser gobierno: “Soy una persona directa que usa la ironía, eso sigue siendo un privilegio masculino, que se les tolera a ellos lo chistoso, pero en nuestras bocas es agresivo”

Pero argumentan, algo que no sabemos si le acomodaría: dicen que es de las que más ha vivido el baño de la realidad de ser autoridad y no activista. 

De su gestión destaca la Ley de Pago Efectivo de Pensiones Alimenticias y de Reparación Integral a Víctimas de Femicidio. Y también el plan de cuidados, uno de los temas más emergentes de estos tiempos. Ha contado escuetamente su acercamiento a este tema: en 2017 se cambió de trabajo a uno part time para cuidar a su abuela -trabajadora de casa particular- que sufría demencia. Se dividían las horas con una tía que además era cuidadora de su marido que padecía una enfermedad degenerativa. 

¿Cambio de planes?

Por la música punk conoció el feminismo. “Escuchaba muchas bandas de los años noventa y gracias a eso conocí amigas por internet que me introdujeron a las lecturas feministas”, narró en 2021. En esa misma entrevista contó como un episodio vital marcó su giro político: un aborto clandestino. 

“Era más anarquista antes, pero la experiencia concreta del Estado decidiendo sobre mi cuerpo, con un doctor amenazándome con denunciarme en urgencia, fue movilizadora y me llevó a no querer hacerme a un lado por despreciar la política, sino más bien, querer cambiarla”, dijo.

¿Se apaciguó Orellana? 

La pregunta de fondo es si un gobierno autodenominado feminista -el primero de la historia que firma ese adjetivo- ha logrado avanzar en una agenda disruptiva. Y aquí viene la casi majadera reflexión a estas alturas -pero no por eso poco cierta- de que se ha avanzado, en esta materia y en otras, “en la medida de lo posible”. Las expectativas de las feministas eran altas y el toque de alerta al principio del gobierno puso en punto: ¿Los fagocitará el peso del poder? ¿del poder masculino?

En los albores de la administración Boric, la socióloga frenteamplista, Pierina Ferretti, escribió una columna en el diario El País, donde esbozaba con mucha sinceridad las aprehensiones y también esperanzas de los movimientos feministas, sobre todo porque dejaban la galería propensa a las pifias y subían al escenario propenso a huir de las pifias.

 “Entre las feministas chilenas que han ingresado al gobierno después de años de lucha callejera y participación en organizaciones sociales, no hay espacio para la ingenuidad. Lo hacen con conciencia de la probada capacidad que las instituciones tienen para neutralizar, domesticar y disciplinar movimientos disruptivos. Sin embargo, la responsabilidad histórica que le toca a esta nueva generación de dirigentas políticas impone dar un paso adelante y tomar riesgos”.

Agregaba Ferreti que “hay recordar el consejo de Aníbal Quijano (N de la R: sociólogo peruano de izquierda), sabiamente recuperado por los feminismos latinoamericanos: en el Estado hay que aprender a “vivir adentro y en contra”. Adentro, para empujar políticas que logren mejorar las condiciones de vida de las mayorías trabajadoras, y en contra, para combatir la inercia patriarcal y colonial que esta estructura comporta”.

En la entrevista de Rocío Latorre ella le pregunta a la ministra:

¿Cómo se sostiene la premisa del gobierno feminista y la relación con dichas organizaciones? Fundaciones y coordinadoras feministas han expresado que este no es su gobiernoY es un mundo con el que usted históricamente ha tenido relación.

“El slogan de gobierno feminista tiene una característica única que es que es capaz de irritar a conservadores y a feministas por igual. Les molesta (…). Pero la relación con las organizaciones de mujeres y las organizaciones feministas —que no siempre es lo mismo— es muy fluida y nosotras nos hemos esforzado por recomponer los lazos del ministerio con ellas. Es una relación fluida de respeto y diálogo político. Pero este ministerio no es una asamblea dirigida por las organizaciones feministas, este es un ministerio del gobierno del Presidente Gabriel Boric. Y mi misión, siendo feminista, no es encabezar el ministerio para ellas, sino cumplir los objetivos que son para todas las mujeres inspirados, muchos de ellos, por el movimiento feminista”.

Más adentro que en contra. El poder. Así de simple.

Felipe Figueroa

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