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Opinión

16 de Junio de 2024

Perfil de Rodolfo Carter: contra todo pronóstico. Por Kike Mujica

El alcalde de La Florida partió la semana "toreando" a la abanderada presidencial de su expartido, la UDI, la alcaldesa de Providencia. "Voy a competir en la primaria de Chile Vamos y le voy a ganar a Evelyn Matthei", dijo el jefe comunal. En su columna semanal, el periodista Kike Mujica escribe: "'No lo ayuda que sea un lobo solitario. Es muy difícil trabajar con él. Termina con todos peleados. Es muy conflictivo, lo que crea anticuerpos y desconfianzas en los partidos', dicen en la oposición". Sobre su opción presidencial, Mujica agrega: "Voluntarismo o no —eso se sabe al final del viaje, no al principio—, el alcalde de La Florida dice que será 'el primer facho pobre en llegar a La Moneda, representando a los chilenos que la izquierda no entiende'".

Por Kike Mujica

Desde el primer gobierno de Sebastian Piñera, la derecha decidió experimentar y buscar potenciales candidatos cuyo baúl biográfico tuviese, al menos, un paso por una escuela con número. O un liceo público, o una infancia en comuna popular o, también, un conflictuado tránsito por una universidad de la élite.

La antifronda. No más gente como uno, sino gente como todos.

Rodolfo Carter se inscribe ahí. También, en su momento, Laurence Golborne, Sebastián Sichel y Mario Desbordes. Franco Parisi juega esa mano, pero más se pavonea con su Porsche que con su cartón universitario. Ossandón intenta, pero su linaje lo condena. Es el síndrome Martín Rivas (Julien Sorel criollo), el provinciano que surge pese —y gracias— al pijerío, hoy casta.

El problema es que acá, a diferencia de Argentina donde Javier Milei llegó a presidente siendo un bicho raro para Macri y compañía, la fórmula ha funcionado cero. Sebastián Piñera ni de cerca es Martín Rivas y ganó dos veces. A Golborne, Sichel y Desbordes, después de un ligerísimo sueño húmedo producto de las encuestas, los dejaron caer casi con morbo por ser llaneros solitarios y Martín Rivas.

Pero, con la evidencia en contra en mano, Carter cree que la hará. “Voy a competir en las primarias y le ganaré a Evelyn Matthei”, dijo esta semana. Voluntarismo o no —eso se sabe al final del viaje, no al principio—, el alcalde de La Florida dice que será “el primer facho pobre en llegar a La Moneda, representando a los chilenos que la izquierda no entiende'”.

—¿Por qué usted no debería caer igual que Golborne, Sichel y Briones? –le pregunto esta semana, luego del conflicto que desató por sus dichos contra Matthei.

“Porque estamos en otro escenario. Hay cinco millones de chilenos que no habían votado nunca y se manifestaron dos veces contra el rechazo. El país cambió y yo, ahora, en este momento, creo que soy el representante y exponente de ese Chile: no el de los apellidos conocidos, ni de los que hablan alemán o fueron a colegio de élite”.

Rodolfo Carter

“Con harto matinal”

En noviembre de 2022 me reuní con Carter en el Hotel Sheraton. Vestía camisa blanca, corbata, sin chaqueta. Tomaba Coca-Cola. Él quería conversar con periodistas y empresarios sobre qué se traía entre manos. Había sido un año redondo para él. Figuraba en la Cadem como el segundo mejor evaluado después Matthei, a quien incluso había logrado superar en noviembre de ese año. Sonaba como presidenciable.

“Hola. Carter me dice si prefieres que almorcemos el jueves o viernes. Es más fácil que en la mañana, porque está con harto matinal”, me escribió uno de sus asesores.

Hacía tiempo que estaba en el foco de los editores de los matinales, sobre todo desde el estallido, cuando Carter y otros jefes comunales intentaron interpretar a la calle. Por esos días estridentes y temibles, los alcaldes se sintieron con voz autorizada para interpelar al poder. Por algunas semanas, el régimen presidencialista pareció mutar a uno alcaldicio. Cualquier ansiolítico social —mucho placebo, por cierto— era bienvenido frente al desmadre.

En el Sheraton, Carter me esbozó su plan, no muy distinto al de hoy: mejorar la economía y, sobre todo, —quizás me quedo corto con el verbo— barrer con la criminalidad. Le pregunte qué pensaba sobre su creciente popularidad.

“Lavín y Jadue estaban escapados y mira en qué termino todo”, me dijo. Criticó a la derecha elitista, me habló de La Florida —“porque yo viví y vivo ahora ahí”— y de que un taxista le había comentado que su hijo ganaba tantas veces más en una semana en el narco que lo que él en un mes arriba del auto. Y adhirió a ese mantra doctrinario de la derecha social: “No me regales pescados, mejor enséñame a pescar”.

Bukele se asoma

En febrero de 2023, muy temprano, llegó un mensaje de WhatsApp a las redacciones. El anuncio decía que en pocos minutos más comenzaría el plan de demolición de las “casas narco” en La Florida. No entendimos mucho hasta que los fervorosos matinales exhibían en pantalla grúas, guardias de seguridad, loas, amenazas, gritos, llantos y garabatos.

Efectivo. Efectista.

Por fin alguien se atreve. Pirotecnia mediática, inútil y populista.

El apoyo a la medida fue rotundo y previsible: según la Cadem de marzo de 2023, el 82% estaba de acuerdo con la demolición. Un acierto comunicacional —otra discusión es su relevancia— propia de las Farmacias Populares de Jadue, o de los edificios anticlasistas de Lavín.

Ahí aparece entonces la “bukelización” de Carter, que él maneja con varios sí y pocos no a la hora de evaluar las políticas del mandatario salvadoreño. Es sabido que Carter visitó ese país. De su visita me dice que rescata la escasa militarizacion que ve en El Salvador y de lo dichosos que están los ciudadanos con que, según dice Carter, “los delincuentes y no nosotros sean los que tienen miedo”. También resalta la política de que toda la banda criminal —de capitán a paje— tenga la misma pena.

En esta agenda de mano dura, Carter compite con José Antonio Kast. Habrá que ver cuánto tratan de doblarse la apuesta el uno con el otro, con todo lo que ello implica.

“Dudo que alguien de la élite esté tan dispuesto como yo”

—”¿Sabe por qué creo que puedo ser Presidente?“– me pregunta.

Y su tesis es: “Los dos grandes nudos por resolver hoy son la delincuencia y la economía. En lo primero hay que asumir que si de verdad se emprende una batalla contra el crimen organizado, habrá gente que va a morir. Y en la economía hay que tener cuero para dar malas noticias: debemos bajar impuestos y terminar, por ejemplo, con el exceso de feriados. Para estas dos ingratas misiones se requiere credibilidad y legitimidad. Eso te lo da alguien en sintonía con los chilenos de a pie, que ellos se vean reflejados en su conductor”.

Y agrega, desafiante: “Al próximo Presidente de Chile le preguntarán si está dispuesto a aplicar mano dura, a enfrentar juicios por DD.HH. fomentados desde la izquierda y, por ello, a no poder salir del país”

“Yo estoy dispuesto. Y le digo algo más: dudo que alguien de la élite este tan dispuesto como yo”, remata.

Camino espinoso

Hablé con seis dirigentes politicos de Chile Vamos y dos del Partido Republicano.

Conclusion: la tiene dificil Carter. Muy.

Resumamos (todo es por ahora):

—No tiene partido político que apoye su candidatura presidencial. En RN me dicen que es muy, pero muy poco viable que el partido se cuadre con él, pese a que hay militantes —Cecilia Pérez y Camilo Morán, por ejemplo— que lo apoyan. La UDI y los republicanos ya sabemos en qué están: Matthei y Kast.

—“No lo ayuda que sea un lobo solitario. Es muy difícil trabajar con él. Termina con todos peleados. Es muy conflictivo, lo que crea anticuerpos y desconfianzas en los partidos”, coinciden tres miembros de la oposición. O sea, dicen, no tiene domicilio político. Su paso por la UDI fue, para miembros del gremialismo, mas bien estratégico. Entró a ese partido de la mano de su profesor de derecho de la Universidad Católica, Rodrigo Álvarez, pero luego renunció a la militancia.

—“Hasta ahora ha basado su trabajo en propuestas efectistas, pasando de un Milei a un Bukele. Me preocupa más que sea otro ‘Cote’ Ossandon, que siempre va por fuera del grupo y muchas veces, sin necesidad, contra los propios”, agrega un dirigente RN.

Rodolfo Carter, alcalde de La Florida

—En Chile Vamos dicen que estaría buscando un premio de consuelo: un escaño senatorial en la V región. “La veo muy difícil, porque la lista de espera en esa región es mas larga que la de un hospital público”, me dice un dirigente de RN. Otro me indica que Arica podría ser opción.

Le comento a Carter la visión que tienen sobre él.

Responde: “No hay nada definido hasta después de las municipales. Ahí puede cambiar todo. Sí, soy lobo estepario y sé que debo mejorar en ese sentido, pero eso de que no trabajo en equipo es falso. Solo miren el resultado en las primarias. Nunca me ha gustado el estilo de Ossandón. Y no ando buscando ‘premio de consuelo’. No lo necesito, porque sé que me midieron y gano”.

Evelyn, Evelyn

La resaca de los dichos de Carter respecto de Evelyn Matthei tiene distintos grados y, por ende, versiones.

—Según cercanos a la candidata, la molestia es grande. Y el que se acerque a Carter, se quema.

—Según cercanos a Carter, no han tenido señal alguna de molestia. Uno de sus asesores cuenta una versión: después de las elecciones del 2021, Matthei llamó a Carter para decirle que el debía tomar el relevo presidencial porque ella y “Joaquín” estaban desgastados. “Nos extraña que ahora nos tenga en la mira”.

Desde el entorno de Matthei me dicen que la alcaldesa está preocupada de cosas importantes y que su adversario es el gobierno, no Carter. Corta.

La chusma querida

La versión siglo XXI del motejo de Alessandri Palma es el “facho pobre”.

“¡Me encanta!”, dice Carter. Y se suma a la definición que hizo el militante de RN, Francisco Orrego, en el programa Sin Filtros, donde adhirió a la candidatura del edil.

“’Voy a competir en las primeras de Chile Vamos y le voy a ganar a Evelyn Matthei’. Son las palabras del alcalde de La Florida, Rodolfo Carter hoy en la mañana y eso me tiene bastante contento. ¿Será el momento de la revolución de los fachos pobres? ¿Será el momento de que lleguemos al poder? ¿Será el momento de que esa derecha con calle, que viene de abajo, meritocrática, se instale en La Moneda?”

Y prosiguió: “Y la verdad es que es el momento. Porque ese concepto de fachos pobres, tan vilipendiado por algunos sectores de la población, es un concepto que representa a millones de chilenos. ¿Quiénes somos? Somos las familias chilenas que hemos superado la pobreza de forma intergeneracional, somos aquellos chilenos de bien que cumplimos con la ley y pagamos nuestros impuestos, somos los que hoy representamos a nuestro primer profesional de la familia, somos aquellas miles de familias a las que nuestros papás, mi papá, me decía ‘el cartón, el cartón hijo, lo único que te puedo dejar en la vida es tu educación y una montaña de deuda’.

“Somos aquellos que hoy día estamos peleando con los bancos para poder pagar nuestro crédito hipotecario, somos aquellos que creemos en el libre mercado, que nos gusta la libertad, somos aquellos que nos sacamos la cresta para pagar un buen colegio para nuestros cabros chicos. Somos aquellos millones de chilenos que nos atendemos en Fonasa y que compramos un bono de libre elección para ir a las clínicas. Somos aquellos chilenos que nos hemos sacado la cresta para estar donde estamos. Somos aquellos hijos, hijos realmente de los últimos 30 años. Somos aquellos que crecimos en casas pareadas y que vemos la casa de nuestros viejos hoy día y vemos que es del doble de tamaño de la que tenía hace 30 años”.

“Somos los chilenos que compran pasajes a Cancún con la tarjeta Líder”, agrega.

—¿Te suena Against all odds? –me pregunta.

—¿La canción de Phill Collins?

—Sí, esa. Me encanta. Contra todo pronóstico.

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