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26 de Junio de 2024

“Cuando alguien pasa de largo, da entre pena y rabia”: Cómo ayudar correctamente a una persona ciega en la calle y que no resulte incómodo

Bastón ciegos

En la vida diaria, las personas con discapacidad visual enfrentan múltiples desafíos, especialmente en la movilidad urbana y la interacción social. Estos retos muchas veces se agudizan por la falta de empatía, la prisa de la sociedad y el desconocimiento sobre cómo ayudar adecuadamente. Aquí dos personas ciegas comparten su experiencia tanto en los aciertos como los desaciertos al recibir asistencia de desconocidos.

Por Camilo Fernandez

A veces ocurre que una persona ciega choca con algo en la calle y nadie la ayuda. Puede ser porque existe poca solidaridad, todos van apurados o no se sabe cómo interactuar en estos casos. Y formas incorrectas para ayudar, también existen. 

Para enfrentar un caso así, Katty Yáñez, que posee ceguera congénita, es decir, nació sin poder ver, hay cuatro pasos. El primero es acercarse y presentarse. El segundo es preguntar cuál es la mejor manera de ayudar. El tercero es esperar que la persona te tome del brazo y te indique la mejor manera de que la puedes ayudar. Y el cuarto, es indicarle hasta dónde puedes ir con la persona o dónde la situaste. 

Eso es lo que debiera ocurrir, sin embargo, le ha pasado situaciones que le provocan un poco de vergüenza. “Yo entiendo que la gente quiere ayudar, de verdad, y lo agradezco mucho. Pero me ha pasado que hay gente que se pega mucho a mi cuerpo, tratando de dar como un apoyo más físico. Hay gente que me ha tomado de los hombros como carritos de supermercado. Hay gente que me ha levantado el bastón. Y hay gente que me ha abrazado, literalmente. Hay gente que me ha tomado ellos del brazo. Y hay gente que me ha dicho, siga mi voz“, relata. 

Víctor Hugo Silva también posee discapacidad visual, desde los 20 años, por una enfermedad genética llamada retinitis pigmentosa, y cuenta que también ha pasado por situaciones incómodas cuando lo tratan de asistir. En esa línea, encuentra desubicado “llegar y tomar a la persona sin siquiera presentarse o preguntarle si necesita el apoyo. Otra cosa es asumir que tal vez la persona necesita apoyo por el hecho de no ver. Y quizás ahí estoy vulnerando su derecho a decidir, su autonomía, porque a mí me ha pasado. Yo estoy frente a un semáforo esperando o haciendo una llamada telefónica y llega alguien, me toma y me cruza y resulta que yo no quiero cruzar la calle“.

Cuando nadie los quiere ver

Por más que no puedan ver, ellos perciben cuando hay gente su alrededor. Por eso, a veces, irrita que cuando necesitan ayuda, nadie se las presta. “Uno escucha que la gente pasa por el lado tuyo. Tratas de llamar la atención de alguna manera. Por lo menos yo, trato de levantar mi mano. O dirigirme directamente a una persona cuando la escucho pasar. Y cuando la persona pasa de largo, igual da como entre rabia y pena. Porque finalmente uno pide ayuda no porque quiera incomodar, sino porque realmente la necesita”, dice Yáñez. 

“Hay situaciones donde yo no necesito apoyo y vienen muchas personas: ‘oye, ¿necesitas ayuda? ¿Te ayudo a llegar a algún lugar?’. Lo hacen genuinamente, con mucha empatía, con mucho respeto. Otras veces donde sí he necesitado apoyo, yo siempre digo así como ‘hola, disculpe, ¿qué estación de Metro es esta?’. ‘Hola, disculpe, ¿alguien que me pueda ayudar?’. Y personas han pasado por al frente mío y no te pescan”, lamenta Silva, quien es seleccionado nacional de fútbol para ciegos desde el 2017.

Conversación de minutos con una persona ciega

Otro tema que hay que afrontar es la comunicación con la persona que se quiere ayudar. Son pocos minutos, pero uno se puede equivocar con la pregunta incorrecta. Una de las cosas que destaca Silva es que no se dice “no vidente”, “sino que son personas con discapacidad visual o personas ciegas, porque no vidente hace referencia a no ver el futuro, y tú tampoco lo ves”. 

Las conversaciones que surgen, para él, no son tan raras, y aprovecha la oportunidad para explicar más sobre la situación que vive. “Te preguntan, ‘¿y usted cómo lo hace? ¿Hace cuánto tiempo que quedó ciego?’. Ahí como que uno entra en la dinámica, y mis dinámicas siempre son entregar información. Yo tengo la perspectiva de siempre ir como orientando a las personas y educándolas en torno al correcto uso del lenguaje, o al cómo vincularse correctamente con personas con discapacidad. ¿A qué me refiero? Por ejemplo, yo les digo, ‘no, mira, yo estoy ciego por una enfermedad genética, y qué bueno que te acercaste a ayudarme, y así como lo estamos haciendo en la manera correcta, porque del hombro, del codo, es la manera más segura de guiar a personas ciegas‘”, dice.

Por su parte, Yáñez sostiene que “yo entiendo que, como persona con discapacidad visual, tengo que derribar mitos. Me han preguntado si me baño sola. Me han preguntado cómo lo hago para comer. La gente mayor siempre hace esta pregunta con un tono de pena: ‘oye, usted es tan joven y tan cieguita, ¿y cómo lo hace?’“. 

“Uno entiende que haya estas preguntas, porque existe un desconocimiento de todo tipo de discapacidad, no solo de la visual. Pero igual la forma de preguntarte a la gente a veces es como un poco chocante. Yo he tenido amigos que los han visto con hijos y la gente les pregunta, ‘oye, ¿cómo lo hace? ¿Cómo tuvo su hijo?’. No puedo andar explicando cosas que claramente son obvias, yo creo que para el 99,9% de las personas”, apunta. 

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