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Opinión

29 de Junio de 2024

Columna de Rita Cox | Barrio Yungay: ¿Lo vamos a dejar caer?

Foto: Felipe Figueroa

Rita Cox escribe en su columna de hoy sobre el Barrio Yungay y hace una comparación sobre las noticias que cubren los medios con lo que los vecinos comentan. "He recorrido, como turista en mi propia ciudad, varias veces el barrio en esos mismos seis meses y no sé a estas alturas si ha sido suerte o no, pero lo cierto es que solo conservo buenos recuerdos". Y añade: "La percepción de estigmatización que recae sobre el Barrio Yungay se repite entre los vecinos con que he conversado (...) Entre la información real, el énfasis exagerado (quién sabe si también se trata del título SEO) y el error (que ameritaría la corrección inmediata y enérgica por parte de la autoridad), el barrio se juega su futuro".

Por Rita Cox F.

“Hallan a hombre amarrado y baleado en el rostro en el Barrio Yungay”. “El método del crimen organizado para instalarse en el Barrio Yungay y disputar su control territorial”. “En Barrio Yungay, donde vive el Presidente: ‘Pensó que la iban a matar’. Indagan caso de niña que denunció secuestro y violación”. “Homicidio de turista en Barrio Yungay: Fiscal dice que imputado ‘quería vender su auto’”. “Monja asaltada en el Barrio Yungay: ‘Tenemos al Presidente de vecino y los demás sufrimos’”.

Algunos titulares de distintos medios de los últimos seis meses. Su lectura provoca terror. Al menos a mí. “Violación”, “baleado”, “secuestro”, “homicidio”, “control territorial” ¿Es posible imaginar algo peor? Pero, y sin bajarle por ningún motivo la gravedad a los hechos, en simultáneo está la experiencia. He recorrido, como turista en mi propia ciudad, varias veces el barrio en esos mismos seis meses y no sé a estas alturas si ha sido suerte o no, pero lo cierto es que solo conservo buenos recuerdos.

Una parada en La Peluquería Francesa, un cafecito en Casona Compañía, un recorrido por el Museo Taller, la fiesta de un conocido que vive allí, compras en la surtidísima feria de calles Portales con Esperanza que se instala jueves y domingo, unas selfies en el Pasaje Lucrecia Valdés, el husmeo con la mirada hacia la casa en que vive el Presidente Gabriel Boric.

El miedo, entonces, convive con muy buenos momentos. Pero hay días en que he desechado volver. Por temor, por esa ansiedad que genera la sensación de que algo pudiese pasarme. Y juro que me he odiado por eso. ¿Dejar de salir? ¿Dejar de hacer y ejercer mi derecho a caminar por la ciudad por miedo?

Foto: Felipe Figueroa

En ese contexto vale la pena detenerse en la columna que Mauro Basaure publicó en mayo en CIPER. Titulada “En defensa del Barrio Yungay”, el investigador asociado del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), director del Programa de Doctorado en Teoría Crítica y Sociedad Actual de la Universidad Andrés Bello y vecino del sector (supe después) escribe: “Cómo es posible que un lugar clasificado hace pocos años entre los barrios más cool del mundo se haya convertido en una zona de sacrificio mediático y político?”.

“El Barrio Yungay no es tanto víctima de la delincuencia —como tanto se dice, escucha y cree—, sino que, en primer lugar, del comentario electoral oportunista y el periodismo de pulsión alarmista. Así, esta zona del poniente de Santiago, de grandes casas antiguas y conocidas plazas para el encuentro de sus vecinos, se ha convertido en peón de una guerra simbólica más grande, un campo de batalla para estrategias y sensacionalismos que solo desvían la mirada sobre su verdadera esencia, generando con ello un daño enorme a sus vecinos. Quienes hoy viven, trabajan o estudian en el Barrio Yungay han pasado a ser sacrificados”, agrega.

Basaure es atrevido. Afirma que tras la determinación de Boric de vivir en ese barrio, junto a toda la carga simbólica que su figura acarrea, los vecinos de Yungay reciben “los daños colaterales de un ataque político-mediático sin tregua”. No se detiene allí. El académico alerta sobre la difusión errada por parte de los medios de comunicación y que generan un estigma peligroso: “Cada vez que usted, lector o lectora, se entera por los medios que hubo un homicidio ‘en el Barrio Yungay’, puede dar (casi) por seguro de que éste no ocurrió realmente allí, sino en sectores cercanos. Basta con buscar la calle mencionada y asociarla al sector para verificar que recibimos incesantes titulares incorrectos”, anota.

Da un ejemplo escandaloso y que me avergüenza porque repliqué la información errada: el caso del turista peruano asesinado por un disparo en la cabeza. “Aunque el lamentable delito ocurrió en calle Libertad llegando a Balmaceda (cerca de la ribera del río Mapocho), casi no hubo titular que no mencionara al Barrio Yungay o ‘cerca de la casa presidencial’. Si usted quisiera caminar desde la casa del Presidente al sitio de ese triste suceso, le tomaría unos veinticinco minutos, que es la misma distancia que hay desde Plaza Italia al Mercado Central (1,7 km aproximadamente), dos sectores de Santiago que ninguna crónica policial jamás confundiría”. 

La percepción de la estigmatización que recae sobre el Barrio Yungay se repite entre los vecinos con los que he conversado: la escritora Montserrat Martorell, el realizador audiovisual Fernando Lasalvia, la curadora de Museo Taller Marcela Bañados, la cineasta Alicia Scherson y el dueño de Espacio Gárgola, Roberto Baltra, quien trabaja allí hace 26 años.

“Aquí ocurren cosas como en todas partes, pero cuando pasa algo malo es amplificado por los medios de manera exagerada. Hemos tenido incidentes crudos, pero en cantidad, menos que antes. Y aunque ocurran a veinte cuadras de la casa del Presidente, se le menciona. Vemos que es una manera de perjudicarlo a él, pero lo que no se entiende es que nos perjudica a nosotros”, me dice. También afirma que “el barrio nunca ha sido dimensionado por la autoridad con el nivel que se merece. Siempre hemos vivido un cierto abandono. El barrio se sostiene con el trabajo que hace su gente”.

Es grave lo que describen Basaure y demás vecinos. Entre la información real sobre la delincuencia y el descuido, el énfasis exagerado (quién sabe si también se trata del título SEO) y el error (que ameritaría la corrección inmediata y enérgica por parte de la autoridad), el barrio se juega su futuro. Su futuro reputacional, de la economía que generan sus vecinos al vivir y emprender allí, de quienes han apostado por generar un destacable y entretenido circuito cultural (pocos barrios en Chile cuentan con esa oferta).

Matías Montalva, gerente de Intermediación de la empresa inmobiliaria MQ, me explica que desde su sector Yungay sigue siendo un barrio atractivo. A su tipología de zona típica, de casonas antiguas y patrimoniales, se suma esa red cultural que conforman también la Iglesia de San Saturnino, el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, el Museo del Sonido, el Centro Cultural Matucana 100, el Museo de Historia Natural, el Parque Quinta Normal y un vasto equipamiento comercial y de servicios, con cafés, restaurantes, bares. Tiene buenos accesos, metro cerca y la futura línea 7 sumará conectividad. 

Con esas condiciones, a la fecha hay cuatro proyectos en comercialización. Sin embargo, ese múltiple atractivo puede diluirse fácilmente si el barrio sigue siendo amenazado por la inseguridad y los cálculos mezquinos.

Nadie sabe a quién le entregue Gabriel Boric la banda presidencial el 11 de marzo de 2026. Nadie sabe tampoco si el futuro expresidente se quedará viviendo en el Barrio Yungay, en la misma casa o en otra, emigrará de comuna o de país. Dure lo que dure su estadía, sería lamentable, que tras su paso, el barrio se apague, sus vecinos y locatarios se vean obligados a emigrar y nadie -ni chilenos ni extranjeros- se atrevan a visitar sus preciosos espacios.

*Rita Cox. Editora y conductora de Ciudad Pauta, de Radio Pauta.

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