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Opinión

29 de Junio de 2024

Columna de Roberto Merino: A la vuelta del olvido

"Hoy, al despertarme, traía desde no sé dónde una cantinela, unos versos incompletos pero persistentes sobre la Mona Lisa. Supe que los había leído en esa época imprecisa, hará sesenta años, en el silabario Lea, que me pasaron en el colegio aun cuando yo ya sabía leer. El silabario Lea, que vino después del Matte y del Hispanoamericano, fue diseñado por profesores normalistas con ideas nuevas sobre la educación", escribe Roberto Merino en su columna de hoy para The Clinic.

Por Roberto Merino

Es probable que el olvido sea un fenómeno reversible, a pesar de su aspecto sólido y definitivo. Los que han llevado registros de sus sueños durante años saben que basta una leve revisión de lo escrito para que aquello que estaba obliterado en la conciencia aparezca de nuevo en su expresión más nítida, como si acabara de ocurrir.

Es lo que sucede, por lo demás, con la vida en general, con los hechos concretos que van quedando en ese extraño reducto que entendemos como el pasado. Estos hechos son casi lo mismo que los sueños, pero los vamos olvidando de otra manera. Hay gente que niega la injerencia del pasado en su existencia, en la medida en que precisamente “ya pasó”. Otras personas, en cambio, necesitan revisitar alguna vez sus lugares áuricos; los calles, las esquinas, los domicilios de los tiempos idos, buscando en el reencuentro una especie de clave oculta, una explicación inminente.

Por cierto, el peregrino retrospectivo no sabe con qué se va a encontrar. Mientras hay barrios que permanecen inmunes a los cambios del tiempo (la calle Dalmacia, la calle Cano y Aponte), otros se vuelven irreconocibles, pintarrajeados, picoteados: ruinas ocupadas por desconocidos hostiles. Mi tío Ernesto Merino volvió, en los años 90, al barrio céntrico donde vivió de niño. Me imagino que buscaba emociones que le permitieran ordenar algunos elementos de su biografía. El problema fue que lo asaltaron. Un fulano con cuchillo esperó que regresara a su auto, lo amenazó de muerte y le robó hasta que le dio puntada.

En una franja brumosa veo los días en que entré al colegio. Se me confunden los meses y los años. Con precisión hiperrealista veo un puñado de arena ploma aproximándose a mis ojos por acción de un matón infantil: luego los vidrios amarillos de la posta, los llantos de niños en los boxes, las jeringas y los tiestos metálicos en forma de riñón. Veo también la lluvia acorralándonos bajo unos arcos con aserrín y chiflones, y en cierto modo el sin sentido de estar parados al frío esperando instrucciones. Veo el sol de otoño sobre un murallón somnoliento tras el cual se asomaba la rama de un níspero y el letrero de un negocio en que habían pintado al Lobo Feroz.

Hoy, al despertarme, traía desde no sé dónde una cantinela, unos versos incompletos pero persistentes sobre la Mona Lisa. Supe que los había leído en esa época imprecisa, hará sesenta años, en el silabario Lea, que me pasaron en el colegio aun cuando yo ya sabía leer. El silabario Lea, que vino después del Matte y del Hispanoamericano, fue diseñado por profesores normalistas con ideas nuevas sobre la educación. Pareciera que lo que ponían ante los ojos de los niños era el signo mismo, con proyecciones no unívocas de significante y significado.

Repaso ahora las olvidadas páginas del silabario y me da la impresión de que parte de mi entendimiento del lenguaje viene de sus interjecciones, de sus lúgubres aliteraciones, de sus ilustraciones acuosas. Me parece que leíamos estos misteriosos escritos con los ojos redondos de perplejidad, lo que no comunicábamos a nadie. Alguna vez Rodrigo Lira calificó de obsesionante una lectura del Lea llamada “La momia del Nilo”. Y otro amigo repite hasta el día de hoy ese comienzo: “Era un rey de rancios abolengos el lagarto engreído”.

Y esto es lo de la Mona Lisa: “Tu mirada, tu sonrisa / en red de aurora, sonrosa / tu alrededor, Mona Lisa; / honra del arte, fragancia / manos de reina de Francia / mármol en luna y en rosa. / Mas tu mirar, tu sonrisa / un enigma Mona Lisa / tu mirada, tu sonrisa”.

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