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1 de Julio de 2024

Cortisol, conocida como la “hormona del estrés”: cuándo hay que preocuparse realmente de ella

La secreción de esta hormona es tema de conversación, porque está ligada a los momentos tensos de la vida. Sin embargo, el problema no sería ella por sí misma, sino las causas que la producen.

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El cortisol, conocida como la “hormona del estrés”, ha ganado mala fama en redes sociales. Muchas personas le adjudican a ella el cansancio, la ansiedad, dolores de cabeza y un listado de malestares. Sin embargo, esta hormona es clave para el funcionamiento de prácticamente todos los procesos fisiológicos del cuerpo.

Entonces, lo que hay que dilucidar es qué pasa cuando existe un desequilibrio de cortisol en nosotros, es decir, si hay demasiado o muy poco.

Lo primero que hay que saber es que el cortisol es producido por las glándulas suprarrenales, que están encima de los riñones. “El cortisol es una hormona que nos ayuda a responder a situaciones tanto del día a día como a situaciones de estrés”, explica al Huffingtonpost, Laura Bartolomé, jefa de la Unidad de Endocrinología y Nutrición de la Clínica IMDA de Madrid.

De este modo, ayuda al organismo a responder ante una amenaza, ya sea interna o externa. Cuando uno está frente a una de estas, se libera la hormona para que el organismo obtenga la energía necesaria para hacerle frente.

En esta línea, Raquel Tomé, psicóloga sanitaria y miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, indicó a la publicación que el cortisol “desempeña un papel clave en la respuesta del cuerpo frente al estrés”, además de que “participa en la regulación de funciones tan esenciales como el metabolismo de la glucosa o la función inmune”. 

Entonces, si se tiene estrés y el cortisol aumenta, eso significa que el sistema está funcionando bien. Lo que es malo es tener estrés permanente. Ahí, el problema, no es la hormona, sino que el escenario en el que se está inserto.

Cushing o Addison. O simplemente estrés

Cuando hay niveles muy altos de cortisol, eso se llama el síndrome de Cushing. Esta se manifiesta por el aumento de peso, problemas de azúcar en sangre y hematomas. Al revés, cuando hay un ataque a las glándulas suprarrenales, se genera la enfermedad de Addison, que puede causar fatiga, mareos, pérdida de apetito, entre otros.

“Cuando un médico endocrino te mide cortisol está buscando enfermedad”, indicó la doctora. E insiste en que “si se tienen uno niveles intermedios derivados del estrés lo que hay que hacer es tratar el estrés, no el cortisol”.

Por su parte, Anne Cappola, profesora de endocrinología, diabetes y metabolismo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania dijo a National Geographic que “realmente se necesita una alteración bastante grande para que tus glándulas suprarrenales no funcionen”.

En ese sentido, la psicóloga Raquel Tomé señaló que cuando hay problemas y se elevan los niveles de cortisol, y se mantienen arriba, esto es porque no se logra “porque bien no descansamos lo suficiente, o no nos relajamos durante el tiempo necesario”. 

Por eso, en vez de echarle la culpa por todo al cortisol, el verdadero culpable de los malestares puede ser el estrés por sí mismo. “Cuando se dan situaciones de estrés de carácter crónico, entonces observamos, muchísimas consecuencias negativas que impactan tanto en nuestra salud física como en la emocional”, destacó la profesional, quien aseguró que “muchos trastornos depresivos y de ansiedad son una consecuencia directa de situaciones de estrés crónico”. 

Tomé señaló que hay técnicas de manejo del estrés y que estas, si se aplican, ayudan a relajar el cuerpo y la mente y así ayudan a mantener los niveles de cortisol en parámetros saludables. Algunas de estas herramientas hacen referencia a la relajación física o meditación.

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#cortisol#estrés#hormona

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